Investigaciones
volver a Videoarte en Francia – Videoarte en Sudamérica. Circulación, diálogos, cruces, influenciasEntrevista Claudia Aravena
La aparición del video francés en América Latina.
Los primeros encuentros. Intercambios entre América del Sur y Francia. Festivales, residencias, instituciones.
La aparición del video francés en América Latina, me parece que tuvo su origen con las colaboraciones que prestó el Instituto Chileno Francés de Cultura en Santiago en plena época dictatorial. Este intercambio fue uno de los espacios de ‘respiro cultural’ más grandes que se tuvo en la época, y se sostuvo producto de amistades y –yo diría– una suerte de gran espíritu solidario desde los actores franceses con el apremiante contexto político chileno. En esta empresa destacaron –entre otros– valiosos nombres como los de Robert Cahen, Jean-Paul Fargier, Michael Jaffrenau, Hervé Nisic, Pascal-Emmanuel Gallet, que en ese entonces era el director del departamento audiovisual del Ministerio de Asuntos Extranjeros en Paris, y que fue el gran hombre operativo detrás de esto. Si bien esta iniciativa no derivaba en línea directa de la solidaridad desde el mundo artístico-intelectual para con el proyecto de gobierno de Salvador Allende, donde se funda el Museo de la Solidaridad (1972) gracias a importantes donaciones de obra de artistas plásticos como Stella, Miró, Calder, Vasarely. Luego en dictadura se incrementan las donaciones con el Museo de la Resistencia (en el exilio) lo que deriva en la colección de Arte Moderno más significativa en Chile. Me parece que el intercambio que se genera desde los actores franceses del video arte a comienzo de los 80, atiende un residuo de esto. Solidaridad política, que afortunadamente se tradujo en eventos, producciones o colecciones de gran relevancia en la historia cultural de Chile y, por supuesto, de otros países, especialmente en América Latina en la época.
Festival Franco-Chileno/ Festival Franco-Latino/Festival Euroamericano.
El Festival Franco-Chileno de Video Arte, si no peco de charlatana, fue el segundo festival más antiguo especializado en este género/formato del mundo. Uno o dos años antes de que se instalara éste en Chile, lo hizo el (también desaparecido) Festival de Video Arte de Locarno, en principio muy ligado al Festival de Cine, y luego totalmente autónomo. El intercambio aquí fue, tal como lo indica su nombre, bidireccional entre Chile y Francia. Pasaron más de diez años y el Festival se extiende, y se hace Franco-latino, lo de Euroamericano no lo tengo muy claro.
Lazos, conexiones, diálogos entre el video en Chile, Argentina y Brasil.
Estos se venían dando hace rato, se afianzan con el Festival Franco-latino, pero también hubo eventos más importantes en este sentido (para estos lazos), como los eventos que produjo la Fundación Rockefeller-McArthur-Lampadia, como becas a la realización y encuentro con carácter de seminario entre los tres países (así fue como nos conocimos, recuerdas; en Bariloche), eso fue fundamental. Algunas alianzas que surgen entre realizadores sobrevivieron a los eventos, que siempre caducan. Bueno, ejemplo de eso es La Ferla, tu misma, Guillermo, Lucas Bambozzi, yo, Taquini (si no me equivoco), Mercado, etc.
El video francés en América del sur y viceversa. La presencia de artistas franceses en América del Sur y viceversa. La mirada de Francia hacia América del Sur, la mirada de América del Sur hacia Francia.
En una primera etapa (el intercambio franco-chileno), si bien fue una muy buena experiencia para los artistas, en varios aspectos, fundacional diría yo; también dejó entrever una suerte de «colonialismo cultural», la mirada si es –deseándolo o no– paternalista desde los franceses, que se ve en jaque muy rápidamente, cuando parte de los gestores en Chile (Nestor Olhagaray), mostraron la intención de abrir el espacio, salir de la «bidireccionalidad», e integrar otras regiones. «Nuestro propio festival». Fue luego de eso que se creó la Bienal de Video y Nuevos Medios de Santiago, porque el evento ya no aguantaba la estrechez. La cosa ahí no tuvo la solidaridad esperada por Chile, esa sería –para la organización francesa– «harina de otro costal». Igualmente eso corresponde a un contexto social y político muy determinado por la dictadura, y es bien comprensible desde ese punto de vista. Las actividades organizadas por el Instituto chileno-francés y el Goethe, y sus espacios físicos, fueron como unas islas o tablas de salvación en la marea oscura de esos años. Pero sí hubo intercambio a título personal entre los realizadores franceses con un trabajo más ligado al arte, como es el caso de Robert Cahen, que siguieron viniendo «al sur» para mostrar su trabajo. Entremedio el franco-latino, como lo comenté antes, abre el espacio, se diversifican enormemente las producciones, imagínate que tienen de parecido los brasileros a los chilenos, y con los otros países. Pero como dice Bambozzi, en los 90 todo cambia, y esa relación tan estrecha también. Pero obviamente hay que verle la parte buena al asunto. Aparecen voces de todos lados, se refuerza videobrasil, que supera con creces las expectativas de la zona.
Video en Chile/Argentina/ Brasil
Las obras:
¿Existen temáticas recurrentes?
En mi opinión, pienso que muchas de estas cuestiones temáticas que planteas (memoria, identidad, diarios íntimos) se pueden identificar más fácilmente en artistas chileno y argentinos (bueno, ambas somos un ejemplo de eso), y eso tiene que ver con las experiencias colectivas, en el plano social y político, que en el caso de estos países tienen más similitudes. No digo que Brasil, por ejemplo, no haya pasado por una dictadura, etc., pero ciertas formas son más evidentes en la experiencia argentina y chilena, donde estos tópicos se tratan fuertemente hasta nuestra generación por lo menos (ahora, bueno, el mundo ha cambiado). Ahí puedes ver que la experiencia de la dictadura, detona un tipo de producción cultural equivalente, que siempre se cuestiona los problemas de la memoria e identidad. Yo no sé si tenemos influencias directas de artistas del video sobre nuestros trabajos (formalmente hablando), a mí me parece que las influencias provienen de otros campos, como el cine, y las artes visuales. Piensa en Tarkovsky, Godard, Marguerite Duras, o artistas como Boltanski, Beuys, etc. Formalmente, si se ven influencias fuertes, no es que quiera insistir en la figura de Robert Cahen, pero el tratamiento de imágenes que él mostró en sus trabajos siempre, de alguna manera u otra, se reprodujo. Las doble o triple exposiciones, el rallenti, el agua; imagínate un video arte ochentero sin algún flujo de agua. La voz en off, que ya viene del cine, está muy presente.
La memoria
La identidad
Las video cartas/los diarios íntimos.
El formato de cartas o diarios íntimos, yo lo asocio a dos cosas, una, que es medio evidente, es el formato de diario de viaje que se impuso con los encuentros franco-chileno o franco-latino, eso era parte importante del intercambio: un artista francés venía a Chile o Sudamérica, y producía un diario de viaje de eso, y viceversa. Mi primer video importante lo hice gracias a la invitación francesa de hacer un diario de viaje en Paris. Por otro lado, estas bitácoras, cartas o diarios íntimos algo tienen que ver con una forma de hacer arte, que subjetivara lo más posible el lenguaje de la obra. Para mí esto es claro en Chile, en dictadura hubo mucho temor a los efectos que podía causar una obra (censura, o incluso problemas mayores), entonces el lenguaje se fue tornando más críptico (el lenguaje que no podía ser descifrado por todos), y una parte importante tendió a lo íntimo. Dejar de manifiesto lo íntimo, es entrar en el terreno de la subjetividad, donde no es necesario explicar nada, no es necesaria la elocuencia, la claridad, la transparencia. Buena cosa.
Filmar afuera. Desplazarse para ver, desplazarse para hacer.
Bueno, esto está dentro de la tónica de los diarios de viaje, preexigencias de producción, pero también una influencia del cine. Pienso en lo hip que se pusieron los roadmovies en los 80.
Nombres:
Nombres de referencia: artistas y/u obras.
Bueno, de un tiempo a la fecha, se ha estado reconociendo el trabajo de Juan Downey por ejemplo, aunque yo no veo una influencia directa de su trabajo.
Desapariciones/ transformaciones:
La desaparición de varios festivales dedicados al video, la progresiva desaparición de espacios reales de encuentro. ¿Otros espacios de encuentro?
Las transformaciones.
Por un lado, se fueron cerrando espacios, pero se fueron abriendo otros, como es el caso del chileno-francés en Chile, que sale de escena, y entra la Bienal de Video y Nuevos Medios. O el fortalecimiento que fue tomando Videobrasil. Es normal y bueno que ocurran estas cosas, son consecuencia de una experiencia mayor, social, que va cambiando; si el chileno-francés también significó un evento de enorme solidaridad con una cultura específica, en un país con una situación política específica, su culminación, tiene que ver con la culminación de este período. También obedece a que el video hoy es muy aceptado por la convención de las artes visuales, se muestra mucho video en las grandes manifestaciones artísticas, que no son específicas del formato, piensa en la Bienales (facilita a veces mucho los costos de producción y traslado). Aunque ahí no todo es –por supuesto– video arte, hay mucho de documental, de testimonio, de archivo. El video ya no es un nicho aislado.
Otras cuestiones:
La escena del video en la actualidad. Alguna particularidad en la escena del video chileno.
El video hoy es más suelto, saca sus referencias de cualquier lado. Ya no tiene que constituirse en lenguaje, ni tiene que legitimarse, está ahí, por todos lados, a la mano, aunque eso también tiene sus contras, lo sabemos, hay mucha mierda flotando. En el caso de los artistas chilenos, particularidad, no diría eso. Mucho más heterogéneo que antes, artistas que vienen de rincones muy diversos, y trabajan en video de forma muy distinta entre ellos. Muchos de los actuales artistas que trabajan más permanentemente con video (porque no lo hacen exclusivamente) viven en el extranjero, es difícil ver similitudes en ese caso.