Modernidad y contemporaneidad: reproducción mecánica vs. digital – Boris Groys

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Reseña del libro Arte en flujo

Publicado en Arte en flujo. Ensayos sobre la evanescencia del presente
Boris Groys
ISBN 978-987-1622-49-8
Caja Negra Editora
Buenos Aires, 2016


[fragmento del capítulo Modernidad y contemporaneidad…]

Nuestra época contemporánea parece ser diferente de cualquier otra época histórica en al menos un sentido: nunca antes la humanidad estuvo tan interesada en su propia contemporaneidad. La Edad Media se preocupaba por la eternidad, el Renacimiento por el pasado y la modernidad por el futuro. Nuestra época está interesada, fundamentalmente, en sí misma. La proliferación de museos de arte contemporáneo en todo el mundo es solo uno –aunque muy evidente– de los síntomas de este entusiasmo por el aquí y ahora. Al mismo tiempo, es el síntoma de una sensación muy extendida vinculada al desconocimiento de nuestra propia contemporaneidad. El proceso de globalización y el desarrollo de las redes de información que nos informan de eventos que tienen lugar en cualquier parte del mundo en tiempo real conducen a la sincronización de diferentes historias locales. Y nuestra contemporaneidad es el efecto de esta sincronización, un efecto que nos genera, cada vez, una sensación de sorpresa. No es el futuro el que nos sorprende. Estamos asombrados de nuestro tiempo, que nos resulta de algún modo ominoso y anómalo. Es la misma sensación de sorpresa que experimentamos cuando vamos a un museo de arte contemporáneo y nos enfrentamos a mensajes, formas y actitudes extremadamente heterogéneos que poseen una sola cosa en común: ocurren aquí y ahora, son contemporáneos a nosotros. Esta experiencia de un presente compartido como algo conocido y ominoso es lo que diferencia a nuestra época de la modernidad, período en el que el presente se experimentaba como un momento de transición desde el pasado familiar hacia el futuro desconocido. Hay muchas formas de describir e interpretar la diferencia entre la época moderna y la contemporánea, pero yo analizaría esta diferencia como el contraste entre dos modos de reproducción: mecánica y digital. Según Walter Benjamin, el original es simplemente otro nombre para la presencia del presente, para algo que ocurre aquí y ahora.1 Así, analizar nuestros diferentes modos de reproducir el original significa analizar nuestros diferentes modos de experimentar la presencia, la contemporaneidad, el estar co-presentes con el flujo temporal, con el acontecimiento original del tiempo, en el tiempo, y, en fin, analizar las técnicas que usamos para producir esa co-presencia.

REPRODUCCIÓN MECÁNICA
En su ensayo La obra de arte en la era de su reproducción técnica, Benjamin asume la posibilidad de una reproducción perfecta, una reproducción que vuelva imposible distinguir visualmente entre el original y la copia. Una y otra vez en este texto, Benjamin insiste en su perfección. Habla de la reproducción mecánica como la “reproducción másperfecta”,2 capaz de dejar inalteradas las características visuales de la obra de arte original. Caben dudas respecto de que las técnicas de reproducción que existían en ese momento, o incluso las actuales, pudieran alcanzar realmente tal grado de perfección. Según Benjamin, sin embargo, la posibilidad ideal de una reproductibilidad técnica perfecta era más importante que las posibilidades técnicas realmente existentes en ese momento. La pregunta que surge es: ¿la extinción de la diferencia visual entre el original y la copia significa la extinción en sí de esta diferencia?

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1 Walter Benjamin, La obra de arte en la era de su reproducción técnica, Buenos Aires, Cuenco de Plata, 2011, traducción de Silvia Fehrmann.
2Ibíd.