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Por un arte de la visión. Escritos esenciales – Stan Brakhage
Por un arte de la visión se presenta en el marco de la segunda edición de la Bienal de la Imagen en Movimiento (BIM), como continuidad de una tradición que nos parece fundamental consolidar. Hace dos años atrás tuvimos el orgullo de publicar, por primera vez en español, un libro fundante del pensamiento sobre la relación entre arte, medios de comunicación y sociedad contemporánea: Cine expandido, de Gene Youngblood. En ese momento señalé la importancia de entender esa edición como un potente gesto de recontextualización. Lo mismo sucede en este caso.
Este libro aparece en un momento singular, en el que la tecnología digital desplaza de la gran industria audiovisual a la película cinematográfica. En 1957, al responder un cuestionario, Brakhage afirmó: “No hay lugar para el artista en los estudios cinematográficos”. Hoy, de pronto, tampoco hay lugar para la película ni para los antes costosísimos –inaccesibles para un simple artista–, y ahora obsoletos, dispositivos cinematográficos. Hoy la película es desterrada del mercado del entretenimiento, es difícil comprender con precisión en qué dirección se da este paso, pero sin duda es el primero hacia una valoración diferente de una tecnología que –esto sí puede comprobarse por algunos movimientos recientes– está lejos de su desaparición. Como resultado, es posible que las cosas queden más claras y que la apreciación del grueso del público de arte contemporáneo, así como la de varias de sus instituciones, se acerque a las ideas sobre el cine que muchos creadores manejan desde hace tiempo. (Andrés Denegri)
Más que ningún otro cineasta de su tiempo, Stan Brakhage dedicó una gran parte de su obra a la escritura. La monumentalidad de su corpus cinematográfico, constituido por unas trescientas cincuenta películas –con duraciones desde los nueve segundos hasta las cuatro horas y media– realizadas en un período de cincuenta años, está acompañada por una decena de publicaciones que Brakhage fue dejando a lo largo del camino como puntos de referencia a su práctica (y a la de muchos de sus compañeros de generación) y que terminarían siendo de referencia ineludible en relación con el estudio de las posibilidades del cine como arte, algo que no sería descabellado llamar “la gran empresa de su vida”. (Pablo Marín)
Stan Brakhage
Nacido en Kansas City, Missouri, en 1933, Stan Brakhage se mudó a Denver, Colorado, a los seis años de edad. De niño fue soprano solista, soñó con ser poeta y se graduó de la secundaria South High School en 1951 con una beca para la universidad de Dartmouth. Luego de un semestre, abandonó las clases para dedicarse al arte; regresó a Denver y realizó su primera película en 1952.
Durante el comienzo de su vida adulta, Brakhage vivió en San Francisco y Nueva York, donde se relacionó con otros poetas, músicos, pintores y cineastas, como Robert Duncan, Kenneth Rexroth, John Cage, Edgard Varese, Joseph Cornell, Maya Deren y Marie Menken. Joven “poeta-con-una-cámara”, Brakhage no tardó en abrirse camino como un artista cinematográfico significativo desarrollando una forma de cine personal y lírico completamente novedosa.
Brakhage se casó con Jane Collom en 1957; desde principios de los sesenta vivieron en Rollinsville, Colorado, realizando películas y criando a sus cinco hijos. Brakhage continuó con sus viajes alrededor de Estados Unidos y el mundo y se transformó en una figura central del movimiento de cine de vanguardia norteamericano. Desde 1986 vivió en Boulder, Colorado, y en 2002 se mudó a Canadá con su segunda esposa, Marilyn, y sus dos hijos.
Antes de su muerte en marzo de 2003, Brakhage completó más de 350 películas que van desde el psicodrama de principios de los cincuenta hasta el lirismo autobiográfico, la épica mitológica, el “documento” y el poema cinematográfico metafórico. Para gran parte de ellas empleó técnicas propias de cámara en mano y montaje veloz, sobreimpresiones múltiples, collages, abstracciones fotográficas y elaboradas pinturas directas sobre la superficie de la película. Cineasta profundamente personal, el gran proyecto de Brakhage fue explorar la naturaleza de la luz y todas las formas de visión abarcando al mismo tiempo un enorme rango temático. A menudo se refería a su trabajo como “música visual” o como documentos de “pensamiento visual en movimiento”. La mayoría de sus películas son intencionalmente mudas.
Brakhage dio clases en la School of the Art Institute de Chicago y fue profesor distinguido de Estudios Cinematográficos en la Universidad de Colorado en Boulder. Condecorado con tres títulos honorarios y numerosos premios, dictó numerosas conferencias sobre cine y arte. Escribió once libros, incluyendo su volumen seminal de 1963, Metaphors on Vision.
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