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Memoria BIM 2016

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ARDER

Por Gabriela Golder y Andrés Denegri Directores BIM

Frío; hace tanto frío que no puedo más que arder. (Gabo Ferro en la letra de Volver a volver)

Existen pocas cosas tan perversas como el relato de la austeri- dad. Vivimos en un mundo abundante, en un territorio virtuoso, colmado de riquezas, con la base necesaria para que todes estemos flotando en un océano de derechos. Sin embargo acá vamos, en un impulso de época que nos chupa al siglo XIX, que nos planta en una concentración de la riqueza cada vez más ex- trema, en una fábrica de miseria que demuele los derechos de les trabajadores y nos sumerge en una nueva esclavitud que en el mejor de los casos es autoadministrada por aplicaciones de celular. Dan ganas de gritarlo bien alto: ¡Me cago en la austeri- dad, carajo! Que no mientan, que no sean descarados, esto no es necesario, esto es un saqueo, un robo a los más vulnerables y a los más trabajadores por parte de esos que ya tienen todo.

¿Y qué tiene que ver esto con la cultura, con el arte, con el cine y el video experimental, con la memoria de una actividad realizada dos años atrás? Todo tiene que ver. Todo.

Estas líneas se escriben durante la producción de una nue- va edición de la Bienal de la Imagen en Movimiento, la que ten- drá lugar en noviembre de 2018. Si bien aparecen al comienzo de la presente publicación, son el último escrito que se suma al contenido de esta Memoria. Por eso tienen, justamente, va- lor como memoria en su sentido estricto, porque se trata del recuerdo y la vivencia personal de lo inmediato volcados como mirada desde el presente sobre los registros documentales de lo sucedido hace dos años. Y así las cosas quedan claras en una comparación rápida. La edición 2016 de la BIM fue la más rica en contenido, la de mayor diversidad de propuestas, un claro ejemplo de continuidad del crecimiento que la Bienal fue logrando edición tras edición desde su creación en 2012. Si

bien el trayecto tuvo sus vaivenes, los años que trazan el marco en el que tuvieron lugar las tres primeras ediciones de la BIM representan una época diametralmente opuesta a la actual. Fueron años en los que el diálogo entre los diferentes actores de la economía se volvía efectivo en las paritarias, en los que el acceso a la información digital se consideraba un derecho, en los que se intentó romper con los monopolios informativos para alcanzar una mayor diversidad de voces, en los que la ciencia, la técnica y el desarrollo industrial volvieron al centro de las políticas nacionales; y la enumeración puede seguir largamen- te. La institución madre de la BIM es una universidad nacional. Durante ese periodo también las universidades públicas fueron acompañadas con fuertes estímulos para su crecimiento. Hoy, por el contrario, atravesamos días marcados por la lucha de les docentes, estudiantes y no docentes de las universidades públicas en contra del ajuste presupuestario que el gobierno lleva adelante en el área de educación con la excusa de la ne- cesidad de achicar el gasto público (que no significa más que vaciamiento del Estado), debido a una crisis diseñada a medida de los que más se benefician con ella. Como coronación de esta política, los medios de diferentes colores partidarios pro- fetizan que pronto se estaría anunciando la disolución de los ministerios de Ciencia y Técnica y de Cultura. Quizá no suceda, tal vez sí; en todo caso es un claro paisaje de nuestro presente.

En la Argentina, el sistema de universidades públicas es un ejemplo de abundancia, un patrimonio cultural del que nos sen- timos especialmente orgullosos. La BIM, desarrollada desde la UNTREF, es un claro ejemplo de esta ideología de la abundan- cia. Como se comprueba en las páginas siguientes, la edición 2016 fue una actividad de gran magnitud, de altísima calidad, que le acercó a la audiencia una programación de excelencia. En 2018 la BIM será diferente, estará flagelada por los tiempos que corren y será posible solo gracias a la determinación y un gran esfuerzo de las autoridades de la UNTREF y de todo el equipo que trabaja en la producción de la Bienal. La presente Memoria BIM 2016 es, entonces, testimonio de que es posible algo bien diferente a lo que proponen las actuales perspectivas de una administración pública trazada desde la mezquindad. Es la prueba de que la educación y la cultura pueden ser com- prendidas como un derecho y no como un privilegio o una mer- cancía; menos aún como un gasto a reducir. Hoy esta Memoria nos sirve para tener la fuerza suficiente para seguir adelante a pesar de todo. Y también como referente para trazar las estra-

tegias que nos permitan doblegar la injusticia deshumanizadora de políticas oligárquicas y así lograr que el Estado sea dirigido por un gobierno que administre en beneficio de todes. Nuestro deseo es que la memoria no se resuma a la nostalgia, sino que sea parte del combustible para arder en la lucha por nuestros derechos.